No podemos vivir sin verano, sin amigos... ¡ni sin siesta!
Vivimos 11 meses al año contando los minutos que quedan para que, ¡por fin!, lleguen las ansiadas vacaciones del verano. Después de las agotadoras jornadas laborales, de los exámenes, de las reuniones improvisadas a última hora de la tarde o de las clases infumables en la facultad, llegan los merecidos días de descanso y en ellos, lo que preferimos los españoles es disfrutar al máximo de nuestra familia y de nuestros amigos, relajarnos… ¡y poder echarnos la siesta!
O al menos eso es lo que dice una encuesta realizada por TNS , en la que se asegura que más de la mitad de los españoles, especialmente las mujeres y los más jóvenes, no podríamos vivir sin verano.
En los días de relax y esparcimiento de los que podemos disfrutar en esta época del año, estamos locos por pasar más tiempo con nuestra familia, sobre todo si durante el resto del año la tenemos un poco abandonada; divertirnos con nuestros amigos, especialmente los más jóvenes; ¡y poder echarnos la siesta! Aunque la mayoría de la gente niega tener esta sana costumbre tan propia de la cuna mediterránea y que ya hemos exportado a medio mundo, desde Japón a Estados Unidos, a la hora de la verdad, ¿a quién no le gusta poder dar una cabezadita después de comer?
A pesar de que no paramos de quejarnos de que las altas temperaturas no nos dejan dormir, de que seguir trabajando en agosto con los termómetros superando los 40 grados a la sombra es una tortura o de que los mosquitos nos chupan la sangre sin ningún tipo de piedad, lo cierto es que lo que más odiamos los españoles en la época estival son los interminables atascos que tenemos que soportar hasta llegar a nuestro lugar de vacaciones. Eso, y nosotras más que nadie, tener que seguir cocinando aun en vacaciones… y enseñar los michelines que siempre negamos tener pero que, como se dice de las meigas, “haberlos, haylos”.
Una vez que llegamos a la estación de destino en la que pasaremos los que esperamos que sean los mejores días del año, cada uno queremos vivirlos de una manera. Pero si hay una cosa en la que coincidimos casi todos es en que, para las vacaciones de verano, ¡queremos playa!
Los más jóvenes se decantan por un lugar en el que desinhibirse, comerse la noche y disfrutar al máximo con sus amigos; mientras que, según va subiendo la edad de los encuestados, se va buscando un modelo de vacaciones en el que poder descansar con comodidad, leer y disfrutar con y de la familia. Los más adultos (de entre 50 y 64 según el estudio de TNS), por su parte, prefieren los destinos culturales, en los que poder empaparse de historia y monumentos.
Y claro, para poder tener energías para disfrutar a tope de nuestras siempre cortas vacaciones, necesitamos comer bien… Lo que más nos gusta en los meses de calor, las ensaladas y el gazpacho, además de la paella, la tortilla de patata y el “pescaíto frito”. Tipical spanish, vaya.
Vivimos 11 meses al año contando los minutos que quedan para que, ¡por fin!, lleguen las ansiadas vacaciones del verano. Después de las agotadoras jornadas laborales, de los exámenes, de las reuniones improvisadas a última hora de la tarde o de las clases infumables en la facultad, llegan los merecidos días de descanso y en ellos, lo que preferimos los españoles es disfrutar al máximo de nuestra familia y de nuestros amigos, relajarnos… ¡y poder echarnos la siesta!
O al menos eso es lo que dice una encuesta realizada por TNS , en la que se asegura que más de la mitad de los españoles, especialmente las mujeres y los más jóvenes, no podríamos vivir sin verano.
En los días de relax y esparcimiento de los que podemos disfrutar en esta época del año, estamos locos por pasar más tiempo con nuestra familia, sobre todo si durante el resto del año la tenemos un poco abandonada; divertirnos con nuestros amigos, especialmente los más jóvenes; ¡y poder echarnos la siesta! Aunque la mayoría de la gente niega tener esta sana costumbre tan propia de la cuna mediterránea y que ya hemos exportado a medio mundo, desde Japón a Estados Unidos, a la hora de la verdad, ¿a quién no le gusta poder dar una cabezadita después de comer?
A pesar de que no paramos de quejarnos de que las altas temperaturas no nos dejan dormir, de que seguir trabajando en agosto con los termómetros superando los 40 grados a la sombra es una tortura o de que los mosquitos nos chupan la sangre sin ningún tipo de piedad, lo cierto es que lo que más odiamos los españoles en la época estival son los interminables atascos que tenemos que soportar hasta llegar a nuestro lugar de vacaciones. Eso, y nosotras más que nadie, tener que seguir cocinando aun en vacaciones… y enseñar los michelines que siempre negamos tener pero que, como se dice de las meigas, “haberlos, haylos”.
Una vez que llegamos a la estación de destino en la que pasaremos los que esperamos que sean los mejores días del año, cada uno queremos vivirlos de una manera. Pero si hay una cosa en la que coincidimos casi todos es en que, para las vacaciones de verano, ¡queremos playa!
Los más jóvenes se decantan por un lugar en el que desinhibirse, comerse la noche y disfrutar al máximo con sus amigos; mientras que, según va subiendo la edad de los encuestados, se va buscando un modelo de vacaciones en el que poder descansar con comodidad, leer y disfrutar con y de la familia. Los más adultos (de entre 50 y 64 según el estudio de TNS), por su parte, prefieren los destinos culturales, en los que poder empaparse de historia y monumentos.
Y claro, para poder tener energías para disfrutar a tope de nuestras siempre cortas vacaciones, necesitamos comer bien… Lo que más nos gusta en los meses de calor, las ensaladas y el gazpacho, además de la paella, la tortilla de patata y el “pescaíto frito”. Tipical spanish, vaya.
NAMASTÉ.
