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lunes, 23 de marzo de 2009

JUANA DE ARAGON Y CASTILLA...."JUANA LA LOCA"

Heredera de un imperio en el que jamás se ponía el Sol, bellísima, inteligente y bien dotada para la música, Juana de Aragón y Castilla, segunda hija de los reyes católicos de España, pasó a la historia con el impiadoso apelativo de "Juana la Loca". Se lo ganó después de actos tan desmesurados como velar por espacio de 19 años el cadáver de su marido. Para los historiadores, el de ella no era un desequilibrio cualquiera: tuvo origen en un gran amor que ciertas circunstancias transformaron en locura.
Hija de los reyes católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los que dieron a España la unificación total: unidad religiosa, unidad territorial y política. HISTORIA
Juana nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Su gran parecido a su abuela paterna, doña Juana Enriquez, motivó que, cariñosamente, Isabel llamara a su hija "mi suegra". Su educación estuvo marcada por la severidad, tanto de su madre como de sus maestros. Buena muestra de ello es que aprendió latín siendo bien pequeña.
Tenía grandes condiciones para la música y la poesía, se dice que gozaba del cariño de todos en el castillo, gustaba de la soledad, talvez acostumbrada a no ver a sus padre por mucho tiempo debido a su agitada vida política.
Pronto se manifestó en Juana una vena mística que ella pretendió encauzar haciéndose monja. Pero sus padres tenían otro objetivo para la atractiva Juana y cuando cumplió 16 años fue concertada su boda con el archiduque Felipe de Austria, hijo de Maximiliano I y conocido por el sobrenombre de El Hermoso.
El enlace entraba dentro de la política exterior de los Reyes Católicos, que tenía como fin cercar al enemigo reino de Francia. Con este objetivo casan a sus cinco hijos con los herederos y soberanos de las más destacadas casas reinantes.
ENCUENTRO CON FELIPE Y CASAMIENTO
En 1496, rodeada de un espléndido cortejo, Juana partió a Flandes a conocer a su prometido y celebrar el casamiento. Las crónicas sobre el primer encuentro son diversas. Al parecer, bastó con que se miraran a los ojos para que aflorase una pasión irrefrenable.
Finalmente llego la boda a medida que el tiempo pasaba, su amor por Felipe crecía con el mismo ritmo que la desconfianza y la sospecha de no ser correspondida. Su esposo (no por nada llamado Felipe el Hermoso) se dedicaba a hacer lo que mejor sabía: cortejar a toda mujer bella y noble que se le cruzara. Frívolo y superficial, apegado a los placeres y al lujo, se sentía incómodo en España, donde tenía que llevar una vida austera, totalmente ajena al refinamiento y las diversiones de la corte flamenca. Felipe extrañaba Flandes, por ello maltrataba a Juana constantemente. A pesar de esta desagradable situación, Juana y Felipe tuvieron seis hijos. El primer parto tuvo lugar el 15 de noviembre de 1498, naciendo una niña a la que se puso el nombre de Leonor. El 24 de febrero de 1500 nace su segundo hijo, Carlos. Cuenta la tradición que el parto tuvo lugar en un pequeño retrete del palacio de Gante, debido a la facilidad de Juana para dar a luz, y a los celos, de ahí que acudiera a una fiesta para vigilar constantemente a su marido. El tercer alumbramiento se produjo en 1501, viniendo al mundo una niña a la que se llamó Isabel, que sería reina de Dinamarca. El 10 de marzo de 1503 nacía en Alcalá de Henares el cuarto hijo del matrimonio: Fernando, futuro Emperador de Alemania y rey de Hungría y Bohemia.
IDA A FLANDES
Felipe arto de tanta austeridad partió para Flandes alegando cierto desgobierno en sus estados, dejando a Juana en Castilla, la cual queda sumida en la desesperación.
Poco a poco, su dolor comienza a enajenarla a tal punto que un día toma una determinación: seguir a Felipe a Flandes y ser una esposa como Dios manda. Los Reyes Católicos, disgustados por la suerte que corre el matrimonio de su hija, le ruegan que no abandone España. Pero la decisión de Juana es muy firme. El mismo día que desembarcó en Brujas comprobó, desolada, que su marido pasaba el tiempo haciendo vida de soltero. Tenía una novia, una mujer noble, bellísima y muy destacada socialmente por su simpatía y su histrionismo. Perturbada, Juana mandó castigar severamente a la amante de su marido, exigiendo que le cortaran el pelo hasta la raíz. Felipe reaccionó ante la violencia de su mujer: primero la insultó, y luego le pegó.
Desde ese momento se apuntó la enfermedad mental de Juana como un elemento a tener en cuenta.
Tras el fallecimiento de Isabel en 1504, Juana era nombrada reina propietaria de Castilla y León, siguiendo el testamento de la reina católica. Don Fernando se encargaría de la regencia mientras los flamantes monarcas llegaban procedentes de tierras flamencas.
A finales del año 1505 Juana tendrá una nueva hija, María, que casará con el rey Luis de Hungría y Bohemia. En la primavera de 1506 llegaban Juana y Felipe a La Coruña, tras una estancia en Inglaterra. La llegada de los reyes provocó el definitivo enfrentamiento entre Felipe y Fernando, siendo una de las causas la pretendida locura de Juana esgrimida por el Hermoso para hacerse con la regencia.
Aqui es donde comienzan los problemas más serios para Juana, Felipe su esposo, intenta demostrar que su esposa no esta en su capacidad mental como para poder gobernar. Delante de Juana y de todo el mundo hacía notar que era el padre de sus hijos, uno de los cuales estaba en la línea sucesoria, y que todo esto lo habilitaba para gobernar. Se entabla más que la lucha por la sucesión, un enfrentamiento entre dos razas y dos dinastías. Muchas veces Juana flaquea por amor, otras se pone abiertamente en contra de las ambiciones de Felipe, no sabe por quien tomar partido, su padre o su esposo, hasta que finalmente la solución viene de manera inesperada.
MUERTE DE FELIPE EL HERMOSO
Un frío día de septiembre, cuando ya hacía dos años que gobernaba el reino, Felipe buscó un poco de distracción en Burgos.
En el palacio del condestable se sumó a un juego de pelota con don Juan de Castilla y otros amigos. Tras disputar un agitado partido, cansado y sudoroso bebió un vaso de agua helada que le provocó una severa inflamación faríngea. Incapaz de superar el agudo estado febril que lo mantuvo postrado durante varios días, murió el 25 de septiembre de 1507, especulándose que pudo haber sido envenenado, lo que no se pudo probar, pero aun hoy se sospecha...
Cuando Juana recibió la desgraciada noticia no derramó una sola lágrima; pero su rostro adquirió para siempre un rictus de desconsuelo. Su amado Felipe fue enterrado de manera provisoria en la Cartuja de Miraflores, desde donde debía ser trasladado a la Capilla real de Granada, el lugar indicado por el protocolo. Juana no dejó de acudir un solo día a la cripta de Miraflores; luego de almorzar en el monasterio, pedía a los monjes que abrieran el cajón para acariciar a su marido. Le aterraba pensar que podrían llevar el cadáver de Felipe a Flandes, y necesitaba constatar a diario de que el cuerpo seguía estando allí.
Se sabe que Juana pedía que sus sirvientes trajeran arañas y las soltaran en la cripta, para que la tela que estas producían le indicaran si alguien había osado recorrer el lugar en su ausencia, no dejaba que asearan el lugar para ver las huellas en la tierra.

El 20 de diciembre de ese año, retiró el cajón del monasterio y comenzó un lúgubre vagar por los campos y ciudades abrazada al ataúd. El espectáculo macabro del carruaje destartalado y la cara pálida y aterrada de Juana conmocionaban a la gente en los caminos. El cortejo encabezado por la reina se trasladó hacia Granada, viajando siempre de noche y alojándose en lugares donde las mujeres no pudiesen tener contacto con el cortejo, lo que aumentó las noticias de la locura de doña Juana.
Precisamente de camino a Granada tuvo Juana su último alumbramiento, naciendo una niña llamada Catalina, el día 14 de enero de 1507, en Torquemada. Juana no deseaba el gobierno del reino y mandó llamar a su padre para que se hiciera cargo de los asuntos de Estado como regente de Castilla. Dando muestras de enajenación mental, no se cambiaba de vestido ni se aseaba e iba acompañada del féretro de su esposo. Fernando viendo esta situación y aprovechando que definitivamente tenía el control de Castilla, decide encerrar a Juana en Tordesillas. Corría el mes de enero de 1509 y allí permaneció el resto de sus días, vestida siempre de negro y haciendo una vida retirada, había días en que se la oía llorar llamando desconsoladamente a su esposo, incluso hay quienes sostenían en la época que se la escuchaba dialogar con el como si este estuviera presente, todo esto contribuyó a acentuar su problema mental.
En 1516, murió su padre Fernando, dejando el trono en manos de su nieto e hijo de Juana Carlos V de Alemania, quien nunca se intereso por la suerte de su madre.
MUERTE DE JUANA
El 12 de abril de 1555 fallecía doña Juana, tras 46 años de reclusión, cubierto su cuerpo de llagas al negarse a ser aseada y cambiada de ropa. Quizá Juana tuviera una leve enfermedad mental, pero esta se vio agravada por las disputa de poder entre su marido y padre quienes no sintieron piedad por ella, los malos tratos departe de Felipe, el hecho de estar profundamente enamorada y no ser correspondida como lo esperaba. En fin sin dudas Juana fue una víctima inocente en medio de uno de los imperios más importantes de la historia.
NAMASTÈ.