La regresión, en pocas palabras, consiste en hacer recordar al sujeto hipnotizado vivencias de su pasado, siendo posible acceder a recuerdos prenatales e incluso, en muchas ocasiones, llegando más lejos en el tiempo y trayendo a la memoria algún recuerdo perteneciente a antes de su nacimiento. La persona hipnotizada puede verse en algún lugar o situación que nada tienen que ver con su vida actual, lo que para muchos sería una prueba de la existencia de la reencarnación.
La terapia regresiva es una técnica de acceso al inconsciente que ha venido siendo utilizada por muchas culturas desde hace más de 3000 años. Básicamente es una forma de observación del ser humano desde otro ángulo de conciencia, dejando a un lado la mente consciente y ‘controladora’ llevando a la persona a un estado de profunda relajación, lo cual permite acceder a un nivel de ondas cerebrales en el que se produce un estado alterado de conciencia, idóneo para provocar la libre asociación del inconsciente. Para realizar una regresión se necesita que la persona se encuentre en un nivel mental Alfa/Zeta, cercano al sueño pero sin entrar en él; a dicho nivel se llega mediante una profunda relajación física, estado hacia el cual el hipnotizador va dirigiendo poco a poco al paciente. Una vez alcanzado este nivel, la persona no pierde en ningún momento su conciencia, por lo que es absolutamente libre de marcharse, no hacer el trabajo que se le requiera e incluso puede razonar acerca de todo lo que le está sucediendo.
Mediante esta terapia, la persona puede bucear en las informaciones de su pasado que están guardadas en su cerebro, llegando a encontrar y revivenciar el origen y/o la causa de sus problemas actuales, permitiéndole además aumentar el conocimiento de sí mismo y acceder a su sabiduría interior, mejorar sus relaciones con los demás, descubrir su creatividad y acceder a su auténtico potencial para poder diseñar su propia vida. Para trabajar con la persona sobre temas y aspectos de su comportamiento, traumas o distintos problemas para los cuales se quiera buscar una solución, son necesarias varias sesiones, pero de ninguna manera es una terapia larga.
Dependiendo por supuesto de la intensidad o ‘gravedad’ del conflicto emocional o problema que el paciente quiera resolver, se puede decir que entre seis y diez sesiones suelen ser suficientes para que la persona llegue a encontrarse con el núcleo de su conflicto. Una vez alcanzado este punto, la persona comienza a notar una mejoría, pero hay que tener en cuenta que el efecto.
Al contrario que en otros tipos de hipnosis para tratar otras dolencias psíquicas, en la terapia regresiva no se llega a utilizar la hipnosis profunda, pero sí que el paciente alcanza, como mencionamos antes, un estado de relajación profunda. La principal misión del hipnotizador es la de ir guiando poco a poco al paciente y ‘facilitarle’ la conexión con su pasado, además de ayudarle en los momentos duros y, a veces incluso difíciles y traumáticos, que sin duda éste encontrará en el viaje hacia su propio interior.