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domingo, 4 de noviembre de 2007

LEYENDAS INDIAS


El sioux que se casó con la hija del jefe crow
Una partida de guerra de siete jóvenes descubrió un tipi solitario plantado junto a una cerrada franja boscosa. Los guerreros se detuvieron y esperaron que oscureciera, para enviar entonces a uno de sus exploradores a averiguar si se trataba de un campamento amigo o enemigo. Cuando cayó la noche y se sintieron seguros, protegidos por la oscuridad, eligieron a un explorador para que fuera solo a averiguar cuál era la mejor dirección para atacar el campamento, en caso de que de un campamento enemigo se tratara. Entre los exploradores había uno famoso por su bravura y eran muchos los actos valerosos que había realizado. Se llamaba Gran Águila. Le eligieron a él para que fuera al campamento a conseguir la información que esperaban. Le pidieron que explorara bien el terreno y eligiera la mejor dirección para atacar. Los otros seis guerreros esperarían su regreso. Partió, pues, Gran Águila a cumplir con su misión, procurando no hacer ningún ruido. Se acercó a hurtadillas al campamento. Al acercarse a la tienda, le extrañó no ver perros, ya que los Sioux los dejan siempre fuera para que les avisen con sus ladridos si se acerca alguien. Gran Águila se acercó despacio a la puerta del tipi y, atisbando por la pequeña obertura de la misma, vio a tres personas sentadas dentro. A la derecha del hogar se sentaban un anciano y una anciana, y una joven ocupaba el asiento de honor, frente a la puerta. Gran Águila había estado casado y su esposa había muerto hacía entonces cinco inviernos. Nunca había pensado en volver a casarse, pero al posar la vista en aquella joven creyó estar viendo a su difunta esposa. Se quitó las cartucheras y el cuchillo y los dejó, con el fusil, a un lado de la tienda. Entró audazmente acto seguido en el tipi y, acercándose al anciano, estrechó primero la mano del mismo, luego la de la anciana y, por último, la de la joven. Luego se sentó junto a la chica, y así se quedaron sentados, sin que ninguno hablara. Por último, Gran Águila explicó lo mejor que pudo al anciano que su esposa había muerto hacía tiempo y que al ver que la joven se parecía tanto a ella había deseado casarse con ella y que si consentían que su hija se casara con él iría con ellos a su aldea y viviría con ellos. El anciano al parecer le entendió y Gran Águila le explico entonces por señas que había una partida de guerreros esperando a poca distancia de allí. Así que prepararon los caballos en silencio, levantaron la tienda y partieron de inmediato en la dirección por donde habían llegado. Los guerreros Sioux esperaron toda la noche y cuando los primeros rayos del alba les mostraron la desaparición del tipi, creyeron que habían sido descubiertos y dado muerte a Gran Águila y se apresuraron en regresar a casa. Entretanto, la partida de caza, pues tal era el grupo al que Gran Águila se había unido, se apresuró a poner tierra por medio entre ellos y los guerreros Sioux. Viajaron todo el día y cuando llegó la noche subieron una alta colina y miraron al valle del otro lado. Un campamento enorme se extendía unos tres kilómetros en las riberas de un pequeño arroyo. El anciano indicó a Gran Águila por señas que esperara allí con las dos mujeres mientras él iba al campamento y les preparaba para recibir a un enemigo en la aldea. El anciano recorrió a caballo el campamento y se presentó en el tipi más grande de la aldea. Gran Águila pudo ver en seguida a los hombres reunirse en torno al tipi. La multitud se hizo más más y más numerosa. Finalmente, se dispersaron, montaron sus caballos y partieron hacia el lugar en que esperaban Gran Águila y las dos mujeres. Los rodearon y regresaron despacio a la aldea, cantando y galopando a su alrededor. Al llegar a la aldea se dirigieron al gran tipi e indicaron a Gran Águila que ocupara el asiento de honor en el mismo. Había en la aldea un hombre que entendía y hablaba Sioux. Enviaron a buscarlo y por mediación suya tomaron a Gran Águila juramento de alianza con la tribu Crow. Hecho esto, le obsequiaron con la joven con quien había de casarse y también con muchos caballos pintados. Gran Águila vivió con su esposa y con su pueblo durante dos años. Durante ese tiempo luchó en cuatro batallas entre los Sioux (su pueblo) y el pueblo Crow, al que pertenecía su esposa. En ninguna de aquellas batallas llevó armas, sólo un palo grande de sauce con el que golpeaba a los Sioux caídos. Transcurridos dos años, Gran Águila decidió visitar a su propia tribu y su suegro, que era un jefe importante, mandó inmediatamente pregonar por toda la aldea que su yerno iba a ir a visitar a su pueblo y que para demostrarle su buena voluntad y respeto le llevaran caballos para que se los regalara a su pueblo. Al oír esto, recogieron las manadas y durante todo el día fueron llegando caballos a la tienda de Gran Águila y cuando estuvo preparado para iniciar el viaje, eligieron a veinte jóvenes para que le acompañaran hasta cerca de su aldea. Estos veinte jóvenes llevaron los caballos, doscientas veinte cabezas, hasta llegar a una jornada de un día de la aldea de Gran Águila. Allí, temiendo por su seguridad, Gran Águila les mandó regresar a su propia aldea. En su aldea, recibieron a Gran Águila como si regresara de entre los muertos, pues seguros estaban de que le habían matado la noche que había ido a reconocer el campamento solitario. Celebraron su regreso con un gran banquete y una danza y se repartieron los caballos entre los necesitados de la aldea. Durante un año permaneció Gran Águila en la aldea Sioux, y un día decidió regresar con el pueblo de su esposa. Les regalaron a él y a su esposa muchísimos mantos, vestidos, gorros de guerra, mocasines y una gran manada de caballos. Él se despidió entonces de su pueblo para siempre, diciendo: - No volveré nunca con vosotros, pues he decidido vivir el resto de mis días con el pueblo de mi esposa. Al llegar a la aldea de los Crow, encontró a su suegro a las puertas de la muerte. El anciano murió a los pocos días y Gran Águila fue nombrado para que ocupara la jefatura que la muerte de su suegro había dejado vacía. Participó posteriormente en batallas contra su propio pueblo y en la tercera de éstas murió en el campo. Los guerreros Crow le llevaron amorosamente al campamento y fue muy grande el duelo por el guerrero que acudía siempre a la batalla sin armas, sólo con una vara de sauce. Así acabó la carrera de uno de los guerreros Sioux más valientes que haya quitado la cabellera a un enemigo y que, por amor a su difunta esposa, abandonó el hogar, a parientes y amigos y murió en el campo de batalla a manos de su propia tribu.

1 comentario:

LOLY dijo...

EL ORIGEN DE LOS ATRAPASUEÑOS


Hace mucho tiempo cuando el mundo era aún joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión. En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría se le aparecía en forma de una araña. Iktomi habla en un lenguaje secreto, que solo los líderes espirituales de los Lakotas sabían entender.

Mientras hablaban, Iktomi tomó un trozo de madera del sauce más viejo. Le dio forma redonda y coloco plumas, pelo de caballo, cuentas y adornos, que tejia como una tela de araña.

Hablaron de los círculos de la vida, de como empezamos la existencia como bebés y crecemos a la edad adulta, para llegar finalmente a la vejez, cuando debemos volver a ser cuidadosos, como cuando éramos bebés, completando así el circulo.

En cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas- Si te encuentras en las buenas ellas te guiarán en la dirección correcta. Pero si escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimarán y te guiarán en la dirección equivocada. Hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza. También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.

Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro. Cuando Iktomi terminó de hablar, le dio al anciano Lakota la red y le dijo "mira la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usala para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sus sueños y sus visiones. Si crees en el Gran Espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero".

El anciano Lakota, le pasó su visión a su gente y ahora los indios usan el atrapasueños como la red de su vida. Se cuelgan encima de las camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones. Lo bueno de los sueños queda capturado en la telaraña de la vida y enviado con ellos. Lo malo escapa a través del agujero del centro y no será nunca más parte de ellos.

Los Lakota creen que el atrapasueños sostiene el destino de su futuro.